Javier Naretto
Costa Humboldt
Para las comunidades costeras rurales, el medio marino representa una centralidad en términos simbólicos y en lo que se refiere a las tradiciones propias de la cultura local, la que ancestralmente se ha vinculado con el territorio y sus recursos. La subsistencia de sus habitantes y economía local descansa, en gran medida, en la extracción de recursos hidrobiológicos, fenómeno que tiene una raíz histórica y que hoy en día se continúa perpetuando.
Es en el marco de esta estrecha y perdurable relación entre las comunidades y sus territorios que se construye lo que hoy llamamos “conocimiento ecológico tradicional” (CET). Este termino presenta muchas variantes con enfoques particulares – conocimiento tradicional local, conocimiento ambiental tradicional, conocimiento indígena o conocimiento popular – y en grandes rasgos se define como: “un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias que evoluciona a través de procesos adaptativos y es transmitido mediante formas culturales de una generación a otra acerca de las relaciones entre seres vivos, incluyendo los seres humanos, y de los seres vivos con su medio ambiente”.
Al igual que el conocimiento científico, el conocimiento ecológico tradicional encuentra una raíz en un proceso de pensamiento aristotélico, siendo producto de un proceso acumulativo y dinámico de experiencias prácticas y adaptación al cambio. Y si tuviéramos que definir las principales diferencias entre ambos, podríamos decir que el conocimiento ecológico tradicional, a diferencia del científico, es local, holístico y portador de una cosmovisión que integra aspectos físicos y espirituales.
El status quo en el que se enmarca la conservación y protección de ambientes naturales y sus componentes en Chile, ha llevado a entregar una gran relevancia al desarrollo y aplicación de conocimientos científicos y técnicos en la creación e implementación de las figuras de conservación existentes en nuestro país. Dejando muchas veces de lado u olvidando el valor del CET en sistemas socio-ecológicos complejos. Los beneficios de la integración entre el CET y el conocimiento científico son variados e incluyen entre otros: mejoras en el bienestar humano (salud y nutrición), teoría y adaptación a fenómenos ambientales (ej. cambio climático), avances en ecología y biología pesquera (ej. repoblamiento, corrales de pesca), avances oceanográficos (ej. descripción de corrientes), y mejoras en técnicas agroforestales (ej. permacultura, pesticidas).
Entre las figuras administrativas para la conservación marina en Chile, los Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO) pueden clasificarse dentro de lo que la IUCN denomina “otras medidas eficaces de conservación basada en áreas” (OMECs) . Y debido a su naturaleza, que busca asegurar los derechos consuetudinarios de comunidades indígenas sobre sus territorios costero-marinos, el CET debe ser parte fundamental tanto en el proceso de creación como en el de implementación de los ECMPOs. El reconocimiento y validación de prácticas y usos ancestrales durante el proceso de tramitación de un ECMPO, se efectúa mediante lo que se ha denominado un “Informe de Usos Consuetudinarios” (IUC). Pero hay que ser claro en el hecho de que esto, en ningún caso debe ser interpretado como parte de un ejercicio de inclusión y valoración del CET dentro de la creación de un ECMPO.
El levantamiento y puesta en valor del CET tiene su mayor impacto durante el desarrollo de los Planes de Administración y Manejo Pesquero de los ECMPO. Es en esta etapa que las comunidades indígenas y usuarios no titulares (miembros de la comunidad local que realizan uso del territorio, pero no son parte de las comunidades indígenas solicitantes) tienen la oportunidad de poner en valor el conocimiento local. Como en todo ámbito, en la academia encontraremos diferencias de opinión respecto al valor del CET, mientras que algunos investigadores lo consideran impreciso, insustancial o incluso anecdótico, otros asignan un gran valor a su potencial para proporcionar información y modelos relevantes para la gestión de los recursos naturales, ya que por desarrollarse in situ atienden a las particularidades ecológicas y socioculturales de cada territorio.
Debemos tener claro que no se trata de elegir un tipo de conocimiento y desestimar otro, sino de resaltar las ventajas de trabajar de manera complementaria el CET y el conocimiento científico. Sin ir más lejos, la incorporación del CET al proceso de diseño y administración de los ECMPOs, y particularmente al manejo de recursos pesqueros, permite abordar eventos y procesos naturales y sociales que de otra manera no sería posible conocer, disminuir costos (económicos y de tiempo), y permite diseñar medidas de administración y manejo que faciliten su implementación y aseguren su cumplimiento por parte de la comunidad local. Debemos tener presente que el desarrollo de conocimiento científico requiere de la aplicación del método científico, el que, dependiendo del objeto de investigación puede conllevar un alto costo en términos de tiempo y recursos.
El CET permite integrar años de experiencia y observación de diversos usuarios sobre un proceso particular, donde no sólo se obtiene una “fotografía” final como resultado del proceso, sino que permite ahondar en factores intermedios o indirectos que pudieron tener algún grado de interacción con el objeto de estudio. Desde un punto de vista biológico y pesquero, y debido a que los ECMPO suelen ubicarse en áreas que tradicionalmente han sido de libre acceso a la pesca, no se cuenta con estudios científicos de serie de tiempo, o incluso esporádicos, sobre la biodiversidad y estado de explotación de los recursos naturales del sector. Menos aún sobre cómo las comunidades costeras locales se relacionan o hacen uso de estos recursos u otros servicios ecosistémicos.
La falta de éstos insumos puede tener un gran impacto en los planes de administración y manejo de un ECMPO, ya que estos instrumentos de administración suelen ser desarrollados por organismos técnicos que no necesariamente tienen conocimiento acabado sobre el territorio y sus costumbres. Incluso si el ECMPO contara con un alto desarrollo de conocimientos científico, el CET permitiría reconocer y entender procesos que no hubiesen sido abordados o reconocidos previamente por la academia. Desde el punto de vista de la implementación de los ECMPO, la incorporación del CET en el proceso de diseño de las medidas de administración y manejo pesquero, permitirá desarrollar estrategias que facilitarán su puesta en marcha, esto es en la medida en que exista un acople de la realidad sociocultural del territorio y los planes de administración y de manejo pesquero.
Las comunidades locales tienen un acabado conocimiento de los procesos ecológicos particulares de sus territorios. Muchos de estos procesos han sido protegidos tradicionalmente y de manera voluntaria, sin la necesidad de una administración formal: periodos de apareamiento que se traducen en vedas temporales; áreas de reclutamiento de juveniles donde no se realiza extracción (zonas de cierre); volúmenes de extracción controlados equivalentes a cuotas de captura; incluso actividades de translocación luego de procesos de extinción local. Éstas son algunas medidas de administración de pesquerías de subsistencia que encuentran su origen en el conocimiento ecológico local y han sido implementadas de manera tradicional en los territorios; y para las que su transición a la formalización en los planes de manejo pesquero de un ECMPO debiese traer beneficios no sólo desde el punto de vista ecológico-pesquero, sino que también para la conservación del patrimonio sociocultural de los territorios.
Biografía
Javier Naretto es biólogo marino y candidato a doctor en ciencias de la Universidad de Chile. Es cofundador y director de investigación en Costa Humboldt desde el año 2013.