Por Javier Bazán
Director comercial en Nérida
La primera pregunta es: ¿Por qué diablos estoy escribiendo sobre esto?
La respuesta es simple. Necesitamos llegar a la carbono neutralidad lo más pronto posible para que nuestro planeta siga siendo habitable para los seres humanos. (Y le informo, no vamos muy bien encaminados).
Como nuestro planeta es 70% agua, lo más probable es que el 70% de la solución a este problema esté en los océanos. Y además vivo en un país (Chile) que es más mar que tierra, por lo que desde Nérida estamos dedicando tiempo a buscar soluciones por ahí.
Así fue como llegué al concepto «Blue Carbon» (o «Carbono Azul«), que viene siendo la «new shiny thing» en el mundo de la conservación y mercados de carbono.
La gran pregunta sobre el Blue Carbon es si será como Chat-GPT (revolucionará el mundo por completo) o algo más cercano a los NFT (lindo concepto que en el fondo no cambia nada).
En los últimos meses me he reunido con expertos, académicos, pescadores, empresarios, innovadores, agencias de gobierno, bancos, consultoras, activistas, biólogos, políticos, y he leído lo que más he podido sobre el tema.
Así que hice este breve resumen para que usted pueda ponerse al día, y lucirse con una cátedra sobre este tema en el asado del domingo.
Un poco de contexto
Net Zero 2050.
Si usted aún es de los afortunados a los que no se le ha inundado o incendiado su casa por culpa de la crisis climática, le cuento que el mundo está en una carrera contra reloj para que usted no sea el próximo en inundarse / incendiarse. Esa carrera se llama Net Zero 2050, que no es otra cosa que intentar alcanzar la carbono neutralidad al 2050 (capturar la misma cantidad de Co2 que emitimos).
¿Cuál es el problema?
Por mucho que intentemos reducir nuestras emisiones, nunca lograremos reducirlas a cero, y por tanto necesitamos «compensar» eso que no somos capaces de reducir. Que no es otra cosa que salir a pagarle a alguien que plantó arboles por ti (y capturó Co2), y te vendió un crédito (un documento) que dice que capturó X carbono en tu nombre.
¡Listo, compensaste tu Co2 y pagaste las penas del infierno! (algo así debería llegar a tu casilla de correo electrónico cuando compras un crédito).
Así es como toma importancia el Mercado de Créditos de Carbono, donde se transa entre $5 y $150 dólares la tonelada de Co2 secuestrada.
Uno podría pensar que el mercado resolvería el problema, y todos podríamos volver a vivir como si no se nos fuera a incendiar / inundar la casa.
Pero…
Resulta ser que no hay suficiente oferta de Co2 disponible en el mercado. Este estudio del Banco Mundial (2020) nos muestra que nuestras emisiones son mucho mayores a nuestra capacidad de compensar carbono, y aún peor, la brecha se hace más grande con el pasar de los años.
En otras palabras, no hay suficientes arbolitos secuestrando carbono (oferta) en el mercado para poder comprar los famosos créditos de carbono (demanda).
Para sumarle pelos a la sopa, The Guardian sacó un artículo cuestionando que estos créditos realmente estuvieran capturando Co2 alguno.
En esta misma línea, algunos intentos (no tan basados en la ciencia) por modernizar el mercado de carbono, como el de FlowCarbon de Alan Neuman (el cuestionado ex CEO de WeWork), han recibido fuertes críticas. Y tienen razón, convertir los créditos de carbono en criptomonedas no solucionará el cambio climático.
Estas noticias han diezmado el ya dudoso mercado de créditos de carbono. Todo esto ha llevado a que el mundo esté buscando nuevas formas de secuestrar Co2…
Blue Carbon: ¿Nuestra salvación?
En la incansable búsqueda para secuestrar el maldito Co2 y sacarlo de la atmósfera es que apareció el concepto «Blue Carbon«.
¿Qué es lo que realmente sabemos? Siempre es bueno partir siendo optimista. Así que partiré por ahí. Hay mucha ciencia que demuestra que los manglares, marismas y pastos marinos son mucho mejores secuestradores de Co2 que las alternativas terrestres (bosques tropicales y boreales). También que son «más rápidas» secuestrando el carbono (hasta 35x).
Ahora usted se estará preguntando qué son estos manglares, marismas y pastos marinos. En buen chileno, son algo así como «humedales», y uno que otro pasto marino. ¿El problema? Hay muy pocos en Chile, por lo que la respuesta, al menos para los chilenos, no va por ahí…
¿Y ahora quién podrá ayudarnos?
Esa es la pregunta del millón.
Según la «Hoja de Ruta para el Carbono Azul de Chile» (sí, hay hasta una hoja de ruta que hizo el Banco Mundial para la COP25),“el país ostenta más de 5.600 Km2 de macroalgas, ecosistemas que capturan más carbono que los manglares, praderas marinas y marismas combinadas”.
¡GOL PARA LAS MACROALGAS!
¡Sí! Las algas parecen ser una extraordinaria manera de mantener a ese desgraciado Co2 bien profundo en los océanos, lejos de nuestra atmósfera.
Las virtudes del alga
Las algas parecen ser seres espectaculares:
✅ Habría en abundancia.
✅ Secuestran Co2.
✅ Aportan a la biodiversidad marina (funcionan como bosques, y son la base de un ecosistema marino saludable).
✅ Contribuyen a la resiliencia de la costa frente al cambio climático (reducen el impacto de las marejadas)
¡Estamos dados para el éxito! Dirían algunos… Al menos eso dije yo.
No, la cosa no se ve tan optimista…
No podía ser todo tan espectacular. Permítame explicarle.
Son tantas las virtudes de esta magnífica alga, que en los últimos años la demanda y el precio del alga se disparó (x4), pasando de CLP $300 / kg (2018) hasta $1.500/kg (2022).
El pescador que antes sacaba los últimos peces que quedaban, ahora se dedica a la extracción del alga porque se transformó en un muy rentable negocio.
Esta alga se seca, procesa, y se exporta a países como China, Japón, EE. UU., entre otros, y termina inserta en la industria cosmética, alimenticia (es un espesante), farmacéutica, entre varios otros fines. Lo más probable es que usted consuma a diario algún producto con un derivado del alga.
Que sea un buen negocio no es necesariamente malo, de hecho quienes viven de este negocio son los principales promotores de la sustentabilidad de la especie. Existen cuotas de extracción para los pescadores, una industria que emplea a miles de personas, agrega valor, paga impuestos, y exporta más de $300 millones de dólares al año.
El problema está en que su depredación desmedida y las malas prácticas de extracción han disminuido notablemente la abundancia de la misma, impidiendo que los bosques de algas sigan cumpliendo su vital rol en el ecosistema (servir de hábitat, secuestrar Co2, etc), especialmente en zonas de libre acceso. La inmigración descontrolada en el norte del país también ha puesto más presión sobre las algas, dado que estas personas han visto la oportunidad de generar ingresos a partir de la extracción ilegal.
El problema se agrava aún más por la crisis climática, que aumenta la temperatura y acidifica los océanos, poniendo cada vez mayor estrés sobre estas preciadas algas y empujándolas cada vez más hacia el sur (tal y como sucede con la desertificación en tierra).
Todo lo anterior ha terminado con cientos de miles de hectáreas de fondos marinos desérticos y sin biodiversidad. Esto pone en jaque nuestra seguridad alimenticia y nuestra capacidad de enfrentar la crisis climática.
La existencia del erizo es un símbolo de que el fondo marino ya perdió la capacidad de regenerarse. Las algas requieren de un espacio protegido (otras algas) para que sus esporas logren fijarse a la roca, y continuar su ciclo reproductor. Una vez que el bosque de algas desaparece (como en la foto), se instala el erizo y se hace difícil que las algas vuelvan a regenerarse.
De la sobre extracción al repoblamiento
Dada la sobre extracción de algas en Chile, actualmente existe una Ley de Repoblamiento que incentiva la regeneración del recurso. Los sindicatos de pescadores pueden postular a subsidios de Subpesca e Indespa que financian hasta el 70% del costo de los programas. Lamentablemente, y para mi sorpresa, es aún desconocido el impacto y éxito de estos proyectos, y suele saltar la duda de si esos recursos son efectivamente invertidos en la reforestación efectiva del suelo marino.
Y claro, cuando me reuní con académicos e investigadores que estaban trabajando en el tema, entendí que el repoblamiento está en un estado aún experimental, y tiene una serie de complejidades que impiden que sea escalable.
Una de las principales complejidades del repoblamiento tiene que ver con fijar el alga a la roca. Actualmente, investigadores y pescadores están «taladrando» (sí, usando un taladro) para fijar el alga a la roca. Logran hacer un hoyo, cada 2 horas, para insertar una sola plantita. Imagínese el desgaste, el costo y el tiempo que tardaría repoblar una hectárea.
Además, nada asegura que en la próxima marejada estas algas no terminen saliéndose de su lugar y desapareciendo en el vasto océano.
Algunos científicos están probando «Quimeras de Algas» o «SuperAlgas» para mejorar la fijación, pero aún sin mucho éxito. Una universidad está probando un polímero (un gel que hace de pegamento) para fijar el alga a la roca, que parece estar dando buenos resultados. Aún así, no existen casos de éxito que permitan decir que el problema está resuelto.
Otro de los principales problemas del repoblamiento es la fiscalización, no sólo ante ladrones oportunistas, sino que también una fiscalización que permita asegurar una extracción sostenible del recurso. La fiscalización requiere tecnología y muchas horas de trabajo para evitar el robo, haciendo que hoy el repoblamiento sea muy costoso e inviable comercialmente.
¿Y si las cultivamos?
Existen dos grandes problemas para que el cultivo sea realmente una alternativa.
Uno es el alto costo. Si hoy pago $1.500 pesos /kg por un alga nativa extraída sin mayor esfuerzo, ¿cuánto cuesta un alga cultivada que requirió importante inversión en infraestructura (concesión, boyas, botes, jaulas, etc.) y operación (personal, fiscalización, etc.)?
Por otro lado, las marejadas son cada vez más fuertes y frecuentes (producto de la crisis climática), lo que hace que el cultivo de algas en gran parte de la costa de Chile sea impracticable. Tendría que reducirse a algunas bahías protegidas y a los fiordos en la Patagonia (compitiendo con la acuicultura de otras especies).
¿Y sirven realmente las algas como sujetos de créditos de Co2?
Si bien está medianamente claro que las algas capturan carbono, el problema está en que las algas lo secuestran en la roca y en el fondo marino cuando mueren, y no se sabe cuánto pueden secuestrar, ni por cuánto tiempo, ni dónde realmente termina ese Co2 (¿se lo come un pez? ¿termina efectivamente en el fondo? ¿o vara en la costa y es recolectado?), ni si la biomasa podría tener usos más rentables que acabar sumergida en el océano. Es decir, la trazabilidad del Co2 actualmente está poco estudiada.
Por otro lado, si quisiéramos realmente tener oferta suficiente de créditos de carbono a un costo eficiente, deberíamos estar enfocándonos en conservar las algas a gran escala, dado que hoy conservarlas es 300 veces más rentable que restaurarlas, y así lo demuestra un reciente estudio de Mckinsey.
En resumen, el Blue Carbon y los créditos azules es algo hacia lo que deberíamos encaminarnos. No obstante, debemos primero centrarnos en asegurar que tengamos algas. Sin algas, no hay captura. Sin captura, no hay créditos azules. Sin créditos, no hay compensación, y sin compensación, nuestra casa se inundará / incendiará inevitablemente.
Y entonces… ¿Qué hacemos?
Desde Nérida hemos agrupado algunas ideas, dependiendo del rol que usted juega.
Gobierno
- Establecer una Política de Estado que permita la efectiva conservación, repoblamiento y cultivo de algas. Esta política debe ser co-diseñada con los privados, incluyendo pescadores, empresas y ONGs.
- Robustecer fuertemente la capacidad fiscalizadora del Estado para evitar efectivamente la extracción ilegal y la depredación desmedida, junto con aumentar las penas y multas por extracción ilegal de la misma.
- Corregir los incentivos perversos que existen hoy, dejando de subsidiar la extracción del alga nativa, y dejar de financiar camiones, plantas de proceso, y cualquier otra técnica que facilite la extracción del alga nativa.
- Subsidiar el repoblamiento y cultivo efectivo de algas dentro de Áreas de Manejo de pescadores y en concesiones acuícolas, asegurando que los recursos se inviertan en lo comprometido con control externo (academia o privados). Asegurar que los esfuerzos tengan un enfoque ecosistémico.
- Dotar a la Armada de Chile de herramientas y recursos para la habilitación y resguardo de Refugios Marinos en zonas estratégicas para Chile. Transformar a estos refugios en reservorios de biodiversidad y espacios de investigación y pilotaje de soluciones para la academia y privados.
- Facilitar y acelerar la tramitación de concesiones acuícolas para el cultivo de macroalgas. Difícilmente podremos innovar y resolver el problema si en algunos casos el trámite de una concesión tarda más de 6 años.
- Aumentar el financiamiento en I+D para cerrar las brechas sistémicas y atender las condiciones habilitantes para acelerar el repoblamiento y cultivo de algas, y en últimas, enfocarse en el mercado de Carbono Azul.
Industria
- Hoy conservar es infinitamente menos costoso que repoblar. Por tanto, debe invertir en la conservación efectiva y fiscalización, invirtiendo en la generación de refugios marinos de algas que sirvan de reservorios de biodiversidad.
- Invertir en capacidades, técnicas y prácticas sostenibles de extracción, incluyendo fuertes esfuerzos en fiscalización.
- Invertir en innovación para disminuir los costos del repoblamiento de algas.
- Transitar lo más rápido posible desde la extracción del alga nativa hacia el cultivo sostenible de algas.
- Cerrar las brechas sistémicas que existen para la habilitación del mercado de Créditos Azules, invirtiendo en estudios rigurosos de línea base, certificación de metodologías de captura de Co2, y pilotando el cultivo y repoblamiento de algas en zonas controladas para generar casos de éxito.
Academia
- Comunicarse y conectarse mejor con el mercado. No basta con generar conocimiento si no se convierte en soluciones escalables que generen un verdadero impacto.
- Acelerar el conocimiento respecto al repoblamiento y cultivo de algas para que sea realmente escalable y comercialmente viable lo más pronto posible.
Sociedad Civil / Fundaciones
- Invierta en la conservación y cultivo efectivo de las algas, y comunique sus casos de éxito para que éstos sean absorbidos por el mercado o la política pública.
- Invierta en comunicación de la problemática de las algas. Falta que más personas sepan, entiendan y se involucren en el problema, cosa de que exista masa crítica para tomar acción. Elabore reportajes y documentales que evidencien el problema y llamen a la acción.
Quienes quieran tomar la posta, desde sus respectivos roles, desde Nérida les invitamos a colaborar. Estamos articulando un espacio multisectorial (público-privado) para tomar acción en torno a estos temas.
Biografía
Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile, Javier Bazán es un emprendedor con experiencia en empresas de impacto social y ambiental positivo. Ha liderado equipos comerciales y proyectos nacionales e internacionales, rondas de negocios, misiones comerciales, programas de aceleración y fundraising. Ex Director de Alianzas de Sistema B, generando numerosos proyectos y alianzas público-privadas. Javier es director comercial en Nérida.
Apneísta, buzo y capitán costero. Amante del emprendimiento y la innovación.