Alejandra Figueroa
Corporación Capital Biodiversidad
Deleitarnos ante un paisaje verde-azulado, escuchar el croar de anfibios o ante un flujo de agua desembocando en el mar en el desierto más árido del mundo, el vuelo de las aves, ver y sentir el agua que fluye, y otras tantas formas de vida que no vemos, los humedales costeros.
Formas diversas se dibujan en el paisaje, fenómenos climáticos y geológicos que han modelado la diversidad biológica durante millones de años, pero esto, que parece ajeno, continuo y es gratis, está desapareciendo más rápido de lo imaginable. Así es, la vida está en un punto crítico, en un contexto de crisis climática donde la incertidumbre acecha, ha quedado claro que las transformaciones que han experimentado los ecosistemas y especialmente los humedales es producto de un uso sostenido y desmedido de la biodiversidad, no sólo estamos dejando huellas de sorprendentes avances médicos y tecnológicos, sino también de un colectivo que no sabe vivir en armonía con la naturaleza.
Una herida silenciosa a lo largo de la costa de Chile a través de obras que fragmentan a los humedales de manera irreversible. Se suma la extracción ilegal de agua y la de áridos, modificando riberas y a los humedales a lo largo de las cuencas. Los sistemas costeros son víctima de un uso irracional e incomprensible. Décadas de información y alertas, notas y reportes, nacionales e internacionales, reuniones, pero parecen no ser suficientes para lograr un giro en nuestro actuar y para comprender los impactos que dejamos en nuestro andar.
¿Por qué? Porque las decisiones sobre conservación y planificación del territorio van por caminos antagónicos, el desarrollo inmobiliario y el de obras civiles, como ejemplo, han sido diseñados e implementados omitiendo las funciones e importancia de los humedales y en especial de los humedales costeros, el relleno y canalización ha sido la praxis, sin mediar evaluación ambiental.
El problema es de fácil solución, está al alcance de nuestras manos, de las manos de quienes deciden qué y cómo hacer en los territorios, especialmente con el agua. Una Reactivación Sostenible que propone un futuro sin emisiones o carbono neutralidad, debe incluir a los ecosistemas como pilar.
Cambiemos nuestra estrategia de uso, modificando instrumentos obsoletos que no permiten diseñar gobernanzas, ni reducir brechas e inequidades, ni restaurar ecosistemas (teniendo presente que restaurar no siempre significa plantar!), para que los humedales costeros sean resilientes y la vida se exprese en ellos.
Acordemos re-diseñar la expansión de ciudades en el borde costero, reducir el uso de agua, de pesticidas y fertilizantes, modificar instrumentos legales y económicos, reestructurar el financiamiento al drenaje pensando en nuevos instrumentos para la conservación de humedales. Identifiquemos ahora la participación que les cabe a las comunidades con participación plena, diseñemos un monitoreo con bases científicas en los humedales de estuario, lagunas y marismas, acordemos instrumentos de planificación a la altura de la emergencia y de las oportunidades.
Hace 15 años éramos muy pocas y pocos los que impulsábamos acciones para conservar los humedales y muchos menos los que ponían atención en los humedales costeros. Hoy somos numerosos los grupos con distinta expertise, la que debe ser usada de forma complementaria, coordinada, atendiendo pertinentemente las realidades locales, construyendo colaborativamente. Son muchas las comunidades que habitan en los humedales costeros que dependen de su existencia, donde los municipios no logran resolver problemas de escala mayor y responsabilidad administrativa.
Con la pérdida de humedales costeros, perdemos agua y vida, y las personas ocupan un espacio de dependencia. Deleitarnos ante un paisaje verde-azulado, escuchando el sonido de aves, del agua, de insectos y el croar de anfibios, agua para el riego de cultivos de forma sostenible, para que los ríos fluyan y alimenten las costas. Necesitamos un cambio profundo y urgente, cambiando la estrategia de desarrollo, dar sentido práctico a las soluciones basadas en la naturaleza, reconectar, sanar y reconstruir la frágil trama de la vida.
Biografía
Alejandra Figueroa es bióloga, especialista en planificación y desarrollo de políticas públicas para la conservación de la biodiversidad. Posee amplia experiencia en el desarrollo de proyectos y estrategias para la conservación de la biodiversidad. Jefa de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio del Medio Ambiente de Chile hasta el 2018, condujo el diseño e implementación de proyectos GEF, la gestión para la conservación de ecosistemas marinos, terrestres y de humedales, además de la tramitación de proyectos de ley.