Por Diego Sepúlveda Martínez
Fundación Humboldti
Desde finales del segundo semestre de 2022, nuestro país se enfrenta a una emergencia zoosanitaria que ha tenido un gran impacto en nuestra fauna silvestre. La influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP) es un virus que afecta principalmente a aves acuáticas, pero que se ha expandido recientemente a otros órdenes, como los mamíferos marinos, que interactúan directamente con las aves, lo que facilita el contagio y las posibles variaciones del virus, aumentando su potencial de propagación. Aunque el patógeno se encuentra de forma natural, su propagación se ha intensificado por los desplazamientos de aves migratorias hacia el hemisferio sur, así como por la presencia de su actual variante altamente transmisible.
Durante la primavera pasada, se reportaron casos en Ecuador y Perú con altas mortandades de aves, principalmente pelícanos, situación que se replicó en las costas chilenas con el primer caso registrado en la Región de Arica y Parinacota durante la primera semana de diciembre. Actualmente, el virus está presente en 15 regiones del país, con casos positivos en 41 especies de aves y miles de ellas muertas en todo el territorio nacional, según el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Además, se han registrado casos positivos en 3 especies de mamíferos marinos, siendo el lobo de mar común la especie mayormente afectada, según datos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura. También se han reportado casos positivos en aves de planteles industriales y de traspatio, lo que facilita su contagio dada las condiciones de mantención gregaria de este tipo de crianza.
Recientemente, se confirmó el primer caso positivo de IAAP en humanos en la Región de Antofagasta, lo que ha llevado a la implementación de medidas de resguardo, como la declaratoria de alerta amarilla y el cierre de 4 playas. Es importante considerar que muchas personas acuden a la zona costera sin tomar las precauciones necesarias para protegerse a sí mismas y a sus mascotas, lo cual es sumamente peligroso dado que se han reportado casos positivos en perros y gatos en otras partes del mundo. Esto nos hace cuestionar la efectividad de algunas leyes, como la Ley de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía (TRM) dada la alta presencia de perros en el borde costero, con y sin dueños, quienes se acercan y, en ocasiones, se alimentan de carcasas muertas, lo que aumenta el riesgo de convertirse en posibles propagadores del virus.
Finalmente, es primordial que reflexionemos sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas. Si bien es urgente que las autoridades refuercen las medidas y destinen los recursos necesarios para abordar esta emergencia zoosanitaria, es nuestra responsabilidad como comunidad velar por el autocuidado y seguir las indicaciones de las autoridades, contribuyendo activamente en la prevención y el resguardo.
Biografía
Biólogo de la Universidad de Antofagasta, licenciado en Ciencias Biológicas, con diplomado en Conservación Biológica. Desde hace 8 años se dedica a la conservación, y su experiencia e intereses se relacionan con procesos de planificación como los planes de manejo y los planes de conservación en áreas protegidas, además de seguimientos y monitoreos de fauna, particularmente de la zona norte. Es cofundador y presidente de Fundación Humboldti.