Por Ignacio Herrera Olguín
Encargado de Vinculación Territorial en Nérida
De niños en el colegio nos enseñaron sobre los pueblos indígenas que habitaron el territorio hoy conocido como Chile. Historias que apuntaban a un pasado centenario que poco tenía que ver con las usanzas occidentales de hoy.
Particularmente las historias de los antiguos pescadores del norte de Chile, esos que se batían a duelo con los implacables lobos de mar y hacían de su carne la base de su sustento, siempre me resultó llamativa.
Era un pasado que nos hablaba de los moradores antiguos del norte chileno, aquellos que sortearon las inclemencias del mar y el desierto para vivir en un ambiente agreste.
Pero eso era parte del pasado, ¿O no es así? ¿Cómo es que ahora se habla de changos en presente?
Son preguntas muy válidas que vamos a explorar. Invito al lector a revisar antecedentes históricos, los desafíos y herramientas actuales, y algunas reflexiones que Nérida trae a partir de la experiencia con comunidades changas.
UN POCO DE CONTEXTO HISTÓRICO
Un insumo de alto valor al momento de reivindicar un pasado indígena es claramente la historia. Y quienes nos dedicamos al estudio de la cultura sabemos que esta no se construye sola.
Se trata de un rescate histórico para apoyar la causa changa, que ha sido documentada por académicos de la Universidad Católica del Norte y de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, entre otras, como también asesorada por instituciones como la Fundación Superación de la Pobreza.
A grandes rasgos vamos a revisar esa historia. La primera aparición en registros oficiales españoles del término “chango” data del año 1659 en documentos parroquiales de Cobija (actual región de Antofagasta), donde las personas eran clasificadas según su grupo étnico, donde las poblaciones aborígenes costeras entre Arica y Copiapó comienzan a ser agrupadas bajo la denominación de chango.
Varios historiadores, coinciden que paulatinamente diversos grupos indígenas tales como proanches y camanchacos son agrupados bajo esta definición española hasta desaparecer los nombres particulares y quedar solo el topónimo chango. Que, a todo esto, comenzó por ser un apelativo despectivo de parte de los colonizadores.
¿Pero tenían algo en común todos estos grupos? Probablemente. Todos eran nómades herederos de la tradición chinchorro (sí, los de las momias declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO).
Además, basaban su economía en la pesca y la caza del lobo marino, y mantenían intercambios con los grupos altiplánicos del norte chileno.
De hecho, las herramientas y embarcaciones realizadas con los recursos de los mamíferos acuáticos sorprendieron a los colonizadores europeos y hoy son un símbolo chango.
Si saltamos en el tiempo, hacia la década de 1870, se describen grupos de unas doscientas cincuenta personas identificadas como Changos en Paposo, en ese entonces parte de Bolivia. Estos grupos mostraban prácticas similares a los antiguos moradores de la costa y mantenían rasgos de una lengua propia que fue perdiendo uso ante el español.
Posterior a la guerra del pacífico, y la anexión del desierto de Atacama al territorio chileno, se perdieron varios de estos rasgos por las campañas de nacionalización. Entonces los changos pasaron a ser parte de los libros de historia y del pasado.
Fue hace poco que volvimos a escuchar sus voces, ¿cómo es posible?
RESURGIMIENTO DEL PUEBLO CHANGO
El día 17 de octubre del año 2020 fue un día clave, ya que en esa fecha se promulga la ley N° 23.273, que modifica la ley indígena para agregar al Pueblo Chango como la décima etnia reconocida por el estado chileno.
Este hito fue celebrado por los pueblos orilleros y caletas del norte chico y norte grande del país, ya que no es solamente un reconocimiento simbólico o dignidad histórica. – como dicen sus dirigentes. – sino que significa una serie de prerrogativas sociológicas y jurídicas que ahora se abren para su marco de acción.
Marco de acción legal.
Con este reconocimiento, son varias las vías de acción jurídica que puedan adoptar estos pueblos. Sin ser una lista acaba, revisemos las más cercanas:
● Ley Indígena Nacional: la ley N°19.253 establece una serie de garantías a los grupos étnicos reconocidos bajo su alero, entre los cuales se encuentran la promoción cultural y propiedad de territorios. Junto con ello la legislación chilena cuenta con mecanismos de participación dentro de los sistemas de evaluación de impacto ambiental.
● Normativa internacional: el Convenio 169 de la OIT ratificado por Chile en el año 2008 establece como deber del Estado el recurrir a medidas administrativas y legales en el caso que se establezcan medidas que afecten su desarrollo, territorio y/o cultura. De sus principios se derivan los mecanismos de consulta indígena establecidos por la ley y, que hoy, son una herramienta común para hacer partícipe a las comunidades.
● Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO): se trata de espacios marítimos cuya administración es entregada por la autoridad marítima y bajo la supervisión técnica de SUBPESCA y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI).
El convenio de administración determina los derechos y obligaciones de la comunidad en el uso y aprovechamiento del territorio. Esta figura tiene especial importancia para el pueblo chango debido a su vinculación con el mar y varias de sus comunidades la tienen como objetivo en el mediano plazo.
Aspectos sociológicos.
Fuera del campo de acción institucional, también se suman varios elementos simbólicos utilizados por los actuales changos, que tienen que ver con iconografías y prácticas asociadas a su legado histórico y que hoy se han revitalizado como una marca de identidad.
Uno de los elementos gráficos más conocidos es la bandera del Pueblo Chango, que rescata pictografías y prácticas tradicionales en un lienzo. Esta bandera ocupa un lugar central en las actividades y flamea en cada comunidad que se reconozca como tal.
Por otro lado, el rescate de las pictografías antiguas talladas y dibujadas en piedra son elementos que marcan lugares de significado histórico y que hoy son utilizadas para demarcar pertenencia territorial y presencia del pueblo. Hoy están siendo catastradas y protegidas tanto por instituciones especializadas como por sus comunidades.
Finalmente, las prácticas como la artesanía, la cocina y rituales están siendo rescatados. Se trata de prestar atención a los relatos de los abuelos y darles actualidad a través de su incorporación a lo cotidiano.
Se trata de prestar atención a los relatos de los abuelos y darles actualidad a través de su incorporación a lo cotidiano.
¿QUÉ PODEMOS ESPERAR AHORA?
Para comunidades changas actuales, esta serie de herramientas y elementos rescatados significan una resignificación histórica, tanto así, que la misma palabra chango pasó de ser un apelativo despectivo a una denominación de comunidad.
Es difícil determinar el futuro que les depara a estas comunidades, pero sí sabemos que cada vez más poblados, familias y grupos costeros se organizan bajo su bandera. Por lo que es claro que se están articulando, conversando y reconociendo mutuamente.
Si comparamos con otras regiones donde el reconocimiento indígena ya tiene una historia larga podríamos asumir lo que se viene para el pueblo chango. Por citar casos, en San Pedro de Atacama y la Araucanía, grupos Lican Antai y Mapuche respectivamente, hace tiempo saltaron de las dirigencias locales a ocupar cargos públicos como alcaldías y gobiernos locales.
Además, varias comunidades se han convertido en promotoras y protagonistas del desarrollo sostenible y turístico de los territorios.
Además, varias comunidades se han convertido en promotoras y protagonistas del desarrollo sostenible y turístico de los territorios.
Es por eso por lo que es imperativo comprender sus posibilidades de acción ante cualquier proyecto industrial, política pública o programas de desarrollo que pretenda intervenir en su margen de actividad.
La idea central no es remar en contra, sino promover el desarrollo con identidad territorial y saber convertir la changuidad en valor agregado para sus comunidades y su entorno.