Por Ricardo Álvarez
Programa Austral Patagonia-UACh
Durante dos meses y medio se desarrolló el curso “Comunidades indígenas de la Patagonia Costera, tras la conservación de los recursos comunes y usos consuetudinarios”, orientado a reforzar las capacidades de miembros de comunidades indígenas costeras de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes respecto a la solicitud e implementación de los Espacios Costero Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO).
Esta instancia, organizada por el Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile, tuvo como objetivo brindar un espacio de reflexión y aprendizaje desde una perspectiva intercultural y científico-técnica a los líderes de comunidades que están llevando a cabo procesos de solicitud ECMPO en sus territorios, o que buscan conocer más sobre esta figura y su propuesta de gobernanza y administración comunitaria, y también a los profesionales jóvenes que son apoyo técnico para comunidades litorales. El curso contó con una estructura de coordinación intercultural a cargo de Yohana Coñuecar, dirigenta de la Asociación de Comunidades Indígenas de Hualaihué, y de Bernardo Pardo, biólogo marino y Doctor en Medio Ambiente y Espacios Litorales, además de Ricardo Álvarez y Florencia Diestre, antropólogos del Programa Austral Patagonia.
El curso, realizado entre agosto y octubre, se desarrolló a través de ocho módulos en los que participaron 28 personas del pueblo Yagán, Kawésqar y Williche, y contó con el apoyo de especialistas con amplia experiencia histórica en la formulación de la Ley 20.249, como Pérsida Cheuquenao, Cristina Ñancucheo, Miguel Cheuquemán, además de Bernardo Pardo y Yohana Coñuecar. A ellos se sumó también Guillermo Rivera y Rodrigo Hucke-Gaete.
Los ECMPOs son una figura de gobernanza marina que surge el año 2008 a partir de la aprobación de la Ley 20.249, y que legitima los usos consuetudinarios practicados por comunidades indígenas. Esta ley, en su artículo 2, define a los ECMPO como un “espacio marino delimitado, cuya administración es entregada a comunidades indígenas o asociaciones de ellas, cuyos integrantes han ejercido el uso consuetudinario de dicho espacio”. Esto implica que, para delimitar el área costera marina que se quiera resguardar, una comunidad debe sistematizar los usos tradicionales que ocurren en ella, y que van mucho más allá de su explotación para fines extractivos, sino que abarcan múltiples otros usos que también se consideran consuetudinarios, como la recolección y pesca basada en normativas sustentables que les son propias. También la contemplación, la recreación, la ceremonialidad, o el permitir que la naturaleza exista sin que las prácticas humanas le perturben. Siendo así, los ECMPO están directamente relacionados con el bienestar de la naturaleza, pues no la conciben sólo como un ‘bien’ que otorga ‘recursos´, sino que surge desde una cosmovisión que entrelaza todas las vidas de un territorio.
Es así que los ECMPOs tienen un alcance tremendamente potente a nivel nacional y global: promueven un horizonte de desarrollo inclusivo común frente a un escenario que ha excluido crónicamente a los pueblos originarios a través de la historia, y permiten validar modelos de vida de carácter consuetudinario y estrategias implementadas por las comunidades para seguir habitando sus parajes costeros. Si bien son de gran amplitud, su implementación favorece usos que resguardan la naturaleza y procura que los procedimientos empleados para usos extractivos estén orientados hacia la solidaridad y el cuidado mutuo. De esta forma, estos espacios privilegian una lógica de convivencia basada en los beneficios comunes, con ganancias que se irradian a escala local y responden a aspectos tan cruciales como la seguridad alimentaria o la igualdad de género, y no basada en la exclusión de usos para beneficio individual.
Procesos lentos y aprendizajes
De igual forma, durante la realización del curso los dirigentes se refirieron a otro gran desafío que enfrentan las comunidades que quieren tener un ECMPO, y que dice relación con los prejuicios y controversias que han sido promovidos a través de la prensa. Los más frecuentes son: i) que las comunidades se apropiarán del mar excluyendo a todos los demás habitantes y usuarios; y ii) que los ECMPOs son una amenaza al desarrollo.
Con respecto al primero, Yohana Coñuecar señala: “Todavía hoy debemos hacer el trabajo de explicar qué es un ECMPO, aclarar que no es una figura de exclusividad de comunidades indígenas. Las comunidades las solicitan, pero nosotros planteamos administraciones compartidas, con todos los actores que hacen uso del borde costero”. Con ello se refiere a los miles de habitantes que también sostienen sus vidas en base a modelos tradicionales, como isleños e isleñas de nuestro sur austral, o las familias de mareros (recolectores de algas) que son perseguidos constantemente.
Complementando a Yohana, José Alvarado, presidente de la Federación de Pescadores Artesanales de la comuna de Hualaihué, dice que los ECMPO “no perjudican a la pesca artesanal. Lo que sí han podido hacer es parar a las grandes empresas que están solicitando todo el mar, todo el borde costero de Chile, y eso ha sido una buena acción. Nosotros hemos tenido buen entendimiento con las comunidades, nos hemos sentado a conversar, porque aquí lo que se quiere es que la gente entienda que conversando se llega a grandes acuerdos”.
Por su parte, Héctor White Mañao, dirigente indígena que participó de la construcción de la Ley 20.249, refuerza lo anterior aclarando que los “(…) ECMPO nos ofrecen una manera de gobernanza territorial entre todos los que hacemos uso de borde costero. No es una solicitud para parar ningún trabajo alternativo de nadie, porque los pescadores, mariscadores, recolectores de orilla y buzos tienen la facultad de seguir ejerciendo el mismo trabajo que han hecho siempre, tal como nosotros, como uso consuetudinario. No se le quita ni derecho ni espacio a nadie, eso quiero que lo tengan claro, que lean la ley y se entienda. Porque, de repente, cuando no se entienden algunas cosas, se tergiversan y salen opiniones que no son verdaderas, y que hacen daño”.
Con respecto al segundo prejuicio, durante el cierre del curso, las y los participantes tuvieron la oportunidad de recorrer dos espacios en proceso de solicitud ECMPO; uno en la localidad de Contao, en la comuna de Hualaihué; y otro en el sector de Carelmapu, en la comuna de Maullín. Allí pudieron compartir con diferentes actores, representantes de rubros tradicionales y usos consuetudinarios en el borde costero, y constatar que, en ambos territorios, la preocupación es la misma: cómo hacer uso del espacio frente a la creciente privatización del borde costero para fines de explotación, que impide a las comunidades circular por los lugares que han habitado históricamente y manifestar sus usos consuetudinarios. Además, señalan, en tanto menos pueden habitarlos, menos pueden protegerlos.
Hasta la década de los 80´ aún era posible convivir con enormes cardúmenes de peces que llegaban hasta las costas, o con tal cantidad de mariscos que el sustento anual de las familias estaba asegurado. Eso ocurría, constatan, porque las prácticas culturales resguardaban a estas especies e impedían el acaparamiento y competencia entre personas, pues eso sólo conducía a la destrucción de su entorno y el enojo de un universo de entidades no humanas que estaban encargadas de resguardar a la naturaleza y las buenas prácticas entre humanos y otras especies. Hoy, señalan, ya no hay cardúmenes de peces que arriben hasta las cosas, ya no quedan mariscos para hacer curantos familiares, las algas son arrancadas de raíz y las comunidades costeras se pelean entre sí por lo poco que queda. Lo peor de todo: sus voces han sido devaluadas, y las decisiones políticas sobre el mar se toman entre privados y representantes del Estado. A nadie parece importarle la contaminación del mar… ¿es eso desarrollo?
Este curso, que se suma a múltiples iniciativas desarrolladas por comunidades y organizaciones indígenas, así como organizaciones no gubernamentales, pescadores-recolectores y otros actores territoriales, es un aporte a la reflexión y búsqueda de solución a un problema de alcance nacional y global: o se revierte ahora la devastación que afecta a nuestros mares, o el futuro de nuestros hijos y nietos habrá sido puesto en jaque para siempre, impidiéndoles tomar decisiones sobre cómo quieren gobernar y convivir. Solo en la Patagonia tenemos más de 100 mil kilómetros lineales de costa, y más de 40 mil islas con una biodiversidad sin igual y una riqueza cultural enorme. Los ECMPOs son una vía para el reconocimiento de este patrimonio vivo, y deben ser atendidos por toda la sociedad nacional para comprenderlos y adherirse al proyecto humano que promueven.
Biografía
Ricardo Álvarez participa en el Programa Austral Patagonia como investigador y responsable del área de Conservación a Escala Local. Es antropólogo de la Universidad Austral de Chile (UACh), con más de 25 años de trabajo de campo en la Patagonia chilena, principalmente en entornos insulares. Su trabajo se ha concentrado en modelos de vida de carácter consuetudinario y las estrategias que implementan sus comunidades portadoras para seguir habitando los parajes archipelágicos. Además, integra equipos de investigación de diferentes organizaciones de la sociedad civil y academia vinculados principalmente a problemas de nisología. Por otra parte, su experiencia también se relaciona con investigaciones sobre pobreza a escala nacional. Ricardo es docente de la carrera de arqueología de la UACh, sede Puerto Montt.