Por: Tomás Moggia Cárdenas
Guillermo Guzmán todavía se impacta al recordar el fenómeno del Niño que a principio de los años 80’ azotó con fuerza a los ecosistemas marino-costeros del norte de Chile. En ese entonces, el hoy académico de la Facultad de Recursos Naturales Renovables de la Universidad Arturo Prat (UNAP) recién iniciaba el camino que lo llevaría a ser doctor en ciencias.
“Las rocas quedan peladas, salen las algas, los choritos, los picorocos, mueren peces, muere de todo, es una mortandad masiva. Fue un espectáculo bastante triste”, recuerda Guzmán.
Sin embargo, lo que pudo atestiguar en aquellos años daba cuenta que ese fenómeno, tan dramático para varias comunidades, resultó ser mucho menos intenso en sitios como Punta Patache, Chipana y la desembocadura del río Loa, lugares que fueron priorizados con miras a su conservación a través de la extinta CONAMA. Ya en ese entonces los estudios indicaban que se trataba de verdaderos refugios climáticos, con criaderos de larvas y otros organismos esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas y también para la manutención de diversas pesquerías. “Pero al final, de sitios prioritarios no tenían nada porque pasaron 20 años, diferentes gobiernos y no pasó nada”, sostiene Guzmán, quien pese a que hoy Punta Patache está lleno de industrias, no se da por vencido. “Todavía sigo dando la pelea. Lo considero vital para la zona norte”, agrega.
Quizá parte de la esperanza que cobija radica en la puerta que se abrió con la reciente creación del Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU) Mar de Pisagua. Se trata de una zona muy productiva, con condiciones oceanográficas especiales que permiten la abundancia de fitoplancton y de crustáceos como el krill y el langostino, parte de lo que sustenta la vida de otras especies de la trama trófica.
Frente a las costas de la localidad de Pisagua, el área protegida abarca 73.500 hectáreas que van desde Punta Gorda hasta Mejillones del Norte, teniendo a Punta Pichalo como uno de los sectores más relevantes de acuerdo a las investigaciones en las que Guzmán pudo participar en colaboración con Oceana Chile, las que resultaron clave para que Mar de Pisagua se convirtiera en la primera área marina protegida de la región de Tarapacá. En total, se realizaron cuatro expediciones científicas desde el año 2017, identificándose más de 150 especies en el área: 15 especies de mamíferos marinos, 49 de aves marinas, 36 especies de peces en el sublitoral y talud, 49 especies de macroinvertebrados en el sublitoral, y 26 especies de macroinvertebrados asociados a los bosques de macroalgas.
¿Por qué se logró avanzar tan rápido en la conservación de Pisagua, que llevaba mucho menos tiempo siendo investigada en comparación con otros sitios que venían estudiando desde hace al menos dos décadas?
Se confabularon hartas cosas. En Patache y Chipana hay muchos intereses todavía, entonces la forma de poder avanzar en esos lugares era un poco más compleja, porque había y hay peticiones mineras, de extracción, instalación de industrias, entonces era mucho más complicado poder entrar a declarar eso como área protegida. Y como no teníamos ningún área protegida en el norte nace esta opción en Pisagua, que fue tomada por la Seremi de Medio Ambiente. El conflicto era menor porque además la gente de Pisagua estaba pidiéndolo. Es súper bonito porque la comunidad se empodera un poco en el aspecto medioambiental para proteger un área. Se unieron todos y todas para integrar una buena gestión y logramos sacar Pisagua en tiempo récord. Ya existían antecedentes con respecto a que Punta Pichalo en Pisagua tiene características similares a Patache, así que si tuviéramos estos dos puntos (Pichalo y Patache) podríamos decir que tenemos la reserva genética para repoblar Tarapacá de nuevo en caso de una catástrofe.
¿Con qué se encontraron en estas expediciones realizadas en conjunto con Oceana?
Todavía estamos al debe con ver cuál es la dinámica de la oceanografía costera de los dos sectores de las puntas, pero hemos encontrado varias sorpresas. Como es una zona donde debe haber focos de surgencia y es altamente productiva, lo curioso es que tienden a ser bajos en biodiversidad. Por lo general hay una especie dominante en el sector, pero acá nuevamente se combinan cosas. El hecho de que exista esta punta, que está generando una condición oceanográfica diferente, permite la disponibilidad de gran cantidad de alimento y de especies. Hay microambientes que podrían estar siendo ocupados por diferentes organismos, y todavía no existe una interacción humana muy fuerte, no es un lugar muy explotado. Si vas a bucear encuentras muchas cosas interesantes. Hay una gran diversidad en la zona costera, pero algo que ya sabíamos es que debajo de los 50 metros comienza otro mundo. Ese mundo es el de la acumulación de la materia orgánica producto de la alta productividad primaria que existe en el sector, en el norte de Chile y en Perú. Allí hay una capa de materia orgánica que tiene quizá siglos de acumulación y la condición es que se consumió todo el oxígeno y se formó un ambiente anóxico. O sea, debajo de los 50 metros comienza a haber una ausencia de biota, por lo menos de animales, o se reduce muchísimo, y forma estas comunidades de bacterias gigantes que incluso se pueden ver a simple vista. Yo les llamé los prados de bacterias. En esta zona anóxica están estas bacterias sulforeductoras remineralizando la materia orgánica, pero hay muchísima materia orgánica disponible, entonces algunos organismos incursionan ahí. Los animales viajan a comer, y es como pegarse un piquero para ir a comer, y así están haciendo que constantemente esa materia orgánica vuelva al sistema y no quede retenida por mucho tiempo como ocurriría con la reducción a través de las bacterias. Mi idea, y la de la gente de Oceana, era ver hasta dónde llegaba eso. Tenía la sospecha que bajo los 500 metros ya había otro mundo, y efectivamente fue así, y ahí aparecen corales, peces de profundidad, tiburones oscuros, y una cantidad impresionante de organismos. Estamos recién empezando a rasguñar para ver qué es lo que encontramos.
¿Las sobreexplotadas especies de peces litorales también encuentran refugio en Mar de Pisagua?
Acá encontraron hasta el Acha, que está prácticamente extinto. Es un animal muy longevo, una presa muy apetecida de captura. Que todavía existan lugares así es muy reconfortante. Lamentablemente, están llegando los extractores de algas a esos sitios de tan difíciles de acceso. Se hizo un acceso en Caleta Junín, al sur de Pisagua, para la instalación de una planta elevadora de agua de desalinizadora, entonces ahora hay un camino hasta la orilla y ya hay actividad de extracción de algas. Y para el lado norte de Pisagua también hay instalaciones y asentamientos humanos para la extracción y procesamiento de algas, la que luego es sacada en embarcaciones hasta Pisagua y desde ahí para afuera. Esto ya ni siquiera hay que estudiarlo, hay que ser bien franco, esta cosa hay que pararla.
¿Y dentro del plan de manejo de Mar de Pisagua se podría considerar una moratoria o alguna otra medida para que no se toquen las algas?
Es algo que voy a empezar a introducir en las discusiones. Al menos en las puntas no debería haber extracción de algas. Pero como es difícil justificar si un alga sale sola o la sacaron, entonces creo que podríamos empezar a conversar un poco acerca de la posibilidad de prohibir el manejo del alga. Los pescadores artesanales se me van a tirar encima, pero lamentablemente no hay otra forma. Es eso o Chile deja de exportar algas, ahí el precio se va a al suelo y se acabó el interés por el alga. Yo visito una vez a la semana o al menos una vez al mes las playas de la región de Tarapacá y se aprecia cómo el alga ha sido barreteada. Y cuando dejan secar estas algas la cantidad de animales muertos que hay alrededor del disco basal es impresionante. Lo que está pasando en la región de Atacama también es preocupante. La forma en la que se está extrayendo el huiro ahí es dramática.
¿Con Mar de Pisagua se comienza a saldar una deuda en conservación marino-costera en Chile continental y con los compromisos adquiridos por el país a nivel internacional?
Me causó mucha gracia cuando el Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos de Rapa Nui fue declarada y se anunció con bombos y platillos que era una de las zonas de conservación más grandes del mundo (considerando también al Parque Marino Motu Motiro Hiva), y que Chile cumplía con un alto porcentaje del territorio marítimo protegido. Pero claro, esto con una sola ecorregión y eso no es lo que dice el tratado, entonces como que se optó por proteger aquello que no se ve. Porque si proteges la Isla Salas y Gómez las personas que van son poquísimas, y tampoco sabes realmente qué está pasando ahí, porque dicen que está protegido, pero quién lo está protegiendo. Lo mismo pasa con los fiordos en el sur. Falta proteger aquello que dice el tratado, el 10% de los ecosistemas, lo que es distinto. No es solamente una cantidad en metros de costa, sino que también diferentes ecosistemas que se tienen proteger. Acá en el norte hay varios, y afortunadamente ya tenemos uno. Ahora el tema está en que se trata de un Área Marina Protegida de Múltiples Usos, y a esta palabrita de múltiples usos es donde tenemos que ponerle el acento. Si vamos a permitir que se haga de todo, bueno, qué vamos a estar protegiendo. ¿Vamos a permitir que se cacen esos pocos pejeperros que quedan? ¿Vamos a favorecer la pesca deportiva submarina para no dejar ningún pejeperro? Hay que definir lo que es múltiples usos, acotar ese concepto, por ejemplo con la prohibición de la extracción de algas que son parte de este ecosistema. Puede ser una alternativa fomentar más la parte turística, pero no toda la gente está dispuesta a eso, necesita plata hoy, va a ser difícil.
De manera inédita en Pisagua se estableció como objeto de conservación a la pesca tradicional para apuntar justamente a un manejo sostenible de los recursos. ¿Qué tan valioso puede resultar eso como para que la pesca artesanal asuma un rol más protagónico en materias de sostenibilidad?
A mí me parece tremendamente novedoso e interesante. Lo encontré muy genial. Y si piensas en las culturas de Chinchorro y Los Changos, ahí está todo lo que se necesita para estas cosas, y ojalá que la pesca sea en ese sentido. El problema está en cómo definimos esto. Son buenas propuestas, buenas ideas, pero necesitamos hacer el plan de manejo en el área protegida. ¿Cómo se va a hacer? ¿Qué se va a hacer? ¿Qué se va a permitir y qué no? Todas esas cosas necesitan todavía ser aclaradas. Por ahora estamos todos felices porque hay un área protegida en nuestra región, pero hay harto trabajo por hacer. El sector pesquero artesanal es un tremendo aporte y están muy interesados en que esto esté protegido y poder hacer extracción de forma sustentable.
¿Cómo se puede seguir avanzando en conservación marino-costera en el Norte Grande, sobre todo en esos puntos que tienen más estudiados?
Ahora debería entrar Patache al Comité de Ministros para la evaluación del sitio protegido, y creo que tiene muchas posibilidades de ser declarado incluso este año. Creo que es una tremenda posibilidad para contar con dos lugares protegidos. Lo curioso es que vamos a tener dos áreas protegidas más o menos similares en estructura, mientras que Chipana es completamente diferente porque es una bahía en la que se concentra una zona de surgencia y hay una gran cantidad de vida marina. Le he reclamado harto a la gente del Ministerio. Cada vez que me dicen que vienen a Pisagua les pregunto: ¿Y qué pasa con Chipana y Patache? La corriente de Humboldt es una tremenda cosa, pero existen micro sectores, llamémoslos así porque la escala de Humboldt es bastante grande. En Tarapacá tenemos islotes guaneros que es necesario proteger y en Perú ya están protegidos porque están conservando los sitios de nidificación y descanso de las aves, entonces se necesita trabajar en eso acá, porque todavía no lo estamos viendo. También tenemos algunos lugares interesantes, que no tienen mucha diversidad, pero es curioso porque se trata de afloramientos de napas subterráneas antes de llegar al mar, y de eso no sabemos nada. Por otra parte, las playas de la región son muy utilizadas para acampar, para ingresar con vehículos, pero las playas de arena son sitios de alimentación de aves migratorias, entonces ahí estamos con un problema serio porque prácticamente no hay una sola playa de arena de la región de Tarapacá que esté protegida. Si es que Patache es protegido con el polígono que se busca, se protegería playa Chauca, que queda hacia el sur, una playa medianamente larga que podría incluso ser una zona de descanso de tortugas marinas.