Y los resultados de un nuevo estudio sobre el gaviotín chico: “Uno de los principales desafíos es proteger sitios de nidificación”

Por: Tomás Moggia Cárdenas

Por largo tiempo, la vida del gaviotín chico (Sternula lorata) ha estado cubierta por un velo de misterio. ¿Hacia dónde migra la especie en su etapa no reproductiva tras nidificar en Mejillones entre junio y febrero? ¿Regresan los ejemplares al mismo sitio reproductivo después de los movimientos migratorios realizados cada temporada? ¿Se solapa el periodo de nidificación en las poblaciones que se observan en Chile y en Perú?

Con esas preguntas en mente, un equipo de la Fundación para la Sustentabilidad del Gaviotín Chico realizó un ambicioso estudio que comenzó en el año 2015 y que recién el 2022 entregó algunas luces en torno a los movimientos migratorios de la especie. Con la participación del biólogo Tom Ryan y apoyándose en su experiencia trabajando con localizadores en el gaviotín de California (Sternula antillarum), replicaron la metodología adaptándola a la realidad del gaviotín chico, que al pesar unos 50 gramos no soporta un sistema de GPS como el que se ocupa en otras especies de aves.

No fue una tarea fácil: la captura planteó desafíos insospechados incluso para el experimentado científico norteamericano. Mientras el gaviotín de California nidifica en parches en bandadas grandes, el gaviotín chico lo hace de manera dispersa, y resultó ser mucho más desconfiado. “Si bien son especies de la misma familia, el gaviotín chico fue mucho más difícil de capturar y engañar”, cuenta Sylvia Hernández, directora ejecutiva de la Fundación para la Sustentabilidad del Gaviotín Chico. Luego de varias horas de terreno, trabajo y esfuerzo, y de mucho ensayo y error, se concretó la instalación de 10 localizadores.

Al año siguiente, el 2016, se efectuó la recaptura de los individuos, aunque no se sabía con certeza si volverían al mismo sitio. De los 10 ejemplares anillados con geolocalizadores, solo se encontraron tres cercanos a los sitios en que habían sido capturados por primera vez.

“El geolocalizador solo da energía para almacenar la información de las horas de sol, pero no tiene batería para transmitir la información. No es un GPS común que te diga dónde está. Lo instalamos con la fe y la experiencia que tenía Tom con sus gaviotines de California, regresando al otro año para buscar a estos anillados. En un área de dos mil hectáreas, era una apuesta grande, y no hubo rastro de los otros gaviotines anillados”, explica Hernández.

 

¿Cuáles fueron los principales hallazgos del estudio?

Fue difícil el proceso de leer la información. El software determina la ubicación a partir de la posición del sol, y te daba una coordenada con un margen de error de 1,5 km. A través del análisis de las sombras que producía el gaviotín chico cada vez que se posaba o paraba, se identificó que cuando migró no tenía el registro de sombra que arrojó cuando se le capturó en el nido. Eso se interpretó como que no nidificó otra vez, sino que solo nidificó en Mejillones y en su migración hacia Perú atravesó supuestamente distintas zonas de descanso, aunque no sabemos si en mar o en tierra (hay cierto grado de error que no permite conocer movimientos de este a oeste), y se fue moviendo hacia el norte, llegando posiblemente hasta Ecuador (hasta principios o mediados de julio del 2016). Por otra parte, si bien los ejemplares no se recapturaron en el mismo nido, sí se realizó cerca de él, a 20 o 30 metros, lo que podría indicar que la especie tiene harta fidelidad con el sitio de nidificación.

Una de las incógnitas que todavía persiste es lo que la especie realiza durante el periodo en que migra hacia el norte.

Sí, y se suma un antecedente: llevamos tres años haciendo censos cuatro veces al año, en marzo, en julio, septiembre y diciembre. Y en marzo son súper poco los ejemplares que se avistan, es como que se desaparecieran, no están en tierra. Aún se desconoce si pasan su vida no reproductiva en tierra o en mar. Pero hay algunas citas de investigadores que en los años 90 registraron grandes bandadas a más de 25 millas de la costa. Puede ser que en su proceso migratorio pasen parte de su vida en el mar, es lo que se piensa en base a la información que se ha recopilado últimamente.

¿Y qué desafíos u oportunidades abre esta nueva información que ha sido levantada, sobre todo en términos de protección y conservación de la especie?

Uno de los principales desafíos es proteger sitios de nidificación, eso es súper importante para la conservación de la especie. Y esta información hace pensar que es mucho más necesario proteger los sitios que ellos están prefiriendo para nidificar. El desafío es seguir conociendo un poco más sobre las distintas poblaciones de gaviotín chico, que se observan tanto en Perú como en Chile. Al principio, cuando recién se estaba estudiando a la especie se creía que se asentaban en Chile, y se movían todos a Perú y que nidificaban allá, se trasladaban a zonas de descanso y alimentación, y que luego todos juntos volvían a Chile, pero con la información que se ha obtenido, al parecer pueden ser poblaciones distintas de gaviotines, porque se sobrepone la época reproductiva en ambos países. Con esta información se identificó que no nidificaron en los dos lados, sino que solo en Chile, entonces los que nidifican en Perú seguramente pertenecen a otra población. Este desafío de conocer las poblaciones de gaviotines ha llevado a desarrollar estudios de ADN para identificar marcadores moleculares. La idea es tener un par de marcadores moleculares, no tan solo de Chile, sino que de todo el rango de distribución, que permita identificar si los individuos que se observan en ambos países pertenecen genéticamente a la misma población.

 

 

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