Entre el bosque valdiviano siempreverde y el azul profundo del océano Pacífico, la localidad de Caleta Huiro se enclava en un paisaje donde la naturaleza asombra a cada paso. Antiguos árboles se yerguen sobre la costa como testigos del calmo tránsito de las grandes ballenas que casi a diario surcan estas agitadas aguas.
En esta geografía generosa, la comunidad ha forjado desde tiempos inmemoriales un vínculo profundo con la tierra y el océano. Como una forma de adaptarse a los nuevos tiempos sin perder sus raíces, en 2002 un grupo de habitantes decidió organizarse, dando vida un año más tarde a la Asociación Indígena de Buzos Mariscadores, Pescadores Artesanales y Recolectores de Orilla de Huiro.
También conocida como Asociación Indígena de Pescadores de Huiro, esta organización surgió con el propósito de mantener viva su identidad Lafkenche y proteger el sustento que han extraído históricamente del mar: choros, locos, lapas y erizos. Hoy la asociación administra tres Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB): dos en el río Colún y una en el mar, en el sector de Guadei. Es justamente en esta última donde trabajan para crear un nuevo Refugio Marino en alianza con Fundación Capital Azul y The Nature Conservancy (TNC) Chile, con el apoyo de BHP Foundation.
Como habitantes del territorio Lafkenche, quienes integran la organización reconocen haber tenido siempre una vocación natural hacia la conservación. Sin embargo, los cambios recientes en el entorno marino encendieron una alerta y reforzaron la urgencia de actuar.
“Hay especies que se están agotando… el territorio está sufriendo un cambio. A raíz de eso ya llevamos años tratando de proteger de cierta forma nuestro territorio, y al empezar a conocer los Refugios Marinos, nos pareció una buena alternativa de protección”, explica Horacio Antillanca, secretario de la Asociación Indígena de Pescadores de Huiro.

El origen de una idea colectiva
Con más de dos décadas de trabajo en la zona, y con la Reserva Costera Valdiviana como emblema de conservación terrestre, The Nature Conservancy (TNC) Chile comenzó a explorar caminos para llevar esa misma vocación hacia el mar. Así fue como, en alianza con la consultora Bitecma, iniciaron en 2021 una serie de encuentros participativos con organizaciones que administran AMERBs entre Corral y Punta Lamehuapi, en la zona sur de la costa de la región de Los Ríos.
De esos espacios surgió un interés compartido por conocer nuevas figuras de conservación comunitaria, como es el caso de los Refugios Marinos. Este punto marcó el inicio de una colaboración estrecha entre TNC Chile y Fundación Capital Azul.
A partir de esta alianza, comenzó un proceso colectivo de exploración y aprendizaje que fue sentando las bases para soñar con un Refugio Marino en Huiro. Uno de los hitos más importantes fue la Evaluación Participativa de Condiciones Habilitantes, la primera de su tipo dentro del programa de Refugios Marinos, y que permitió identificar con la comunidad los factores clave para avanzar de manera sostenible.
El equipo de Fundación Capital Azul realizó dos visitas a terreno en Huiro, abriendo espacios de diálogo, escucha y construcción compartida, en lo que se conoce como fase de co-creación del modelo de Refugios Marinos. Al mismo tiempo, representantes de la Asociación Indígena de Pescadores de Huiro pudieron participar en los Encuentros Internacionales de Refugios Marinos organizados en la región de Valparaíso en 2023 y 2024, donde conocieron experiencias de otras comunidades costeras que, tal como ellos, han visto en la conservación una vía para cuidar sus maritorios y asegurar una relación próspera y resiliente con el océano.
“Llegamos enriquecidos con la experiencia de que es posible crear esta figura que nos permita mantener lo que queremos conservar en el territorio”, cuenta Horacio. Las historias de otras caletas donde los Refugios Marinos ya están funcionando demostraron que esta alternativa no solo es viable, sino necesaria ante la disminución visible de especies como la sierra, el loco, los choros y la vieja, que alguna vez proliferaron en las aguas de Huiro.
El trabajo colectivo vivió un momento clave en marzo de 2025, reuniendo a diversas actorías para la firma del Convenio de Colaboración que selló el inicio formal de la fase de habilitación del Refugio Marino de Guadei, el cual proyecta para el verano del año 2026 su inauguración ante la comunidad local. Este hito no solo representa el compromiso de una comunidad organizada y decidida, sino también el inicio de un proceso más amplio: la expansión del modelo de Refugios Marinos hacia otras regiones del país, fuera de las fronteras de la cuna de la región de Valparaíso.
“Desde que conocimos la historia de los Refugios Marinos hemos querido tener un Refugio acá, es como un ícono para nosotros el seguir conservando nuestro entorno”, sostiene Antillanca.
“Hay especies que se están agotando… el territorio está sufriendo un cambio. A raíz de eso ya llevamos años tratando de proteger de cierta forma nuestro territorio, y al empezar a conocer los Refugios Marinos, nos pareció una buena alternativa de protección”.
Del aprendizaje a la acción
Tras su participación en los Encuentros Internacionales de Refugios Marinos, Horacio Antillanca destaca que una de las principales enseñanzas fue darse cuenta que los desafíos que enfrentan no son únicos, y que existen soluciones concretas que ya han dado frutos en otros lugares.
“Aprendimos que las experiencias de ese territorio también pueden replicarse acá”, cuenta. “Ese territorio también fue afectado, igual que nosotros en algún momento. Y gracias a los Refugios Marinos han podido conservar las especies que trabajan. Entonces tenemos las mismas necesidades y también la misma problemática: que las especies se están, de cierta forma, terminando, o algunas desapareciendo”.
Entre las especies que más preocupan a la comunidad están aquellas que antes eran parte del sustento cotidiano y hoy escasean visiblemente. La sierra, por ejemplo, ha disminuido en tamaño y cantidad; lo mismo ocurre con el loco, que tuvo un auge importante en la zona pero que, a pesar de los esfuerzos de manejo, actualmente es mucho más difícil de encontrar.
“Pasó lo mismo con los choros en los ríos. Antes encontrábamos choros muy grandes en los bancos naturales, y ahora han disminuido mucho en tamaño. Y hay algunas especies de peces que también se han visto afectadas, como la Vieja, que ha desaparecido del territorio. Sabemos que aún existe, que los buzos la ven, pero ya no podemos pescar como antes. Todo eso nos lleva a crear este Refugio Marino, porque nos permitiría cuidar especies y territorios donde puedan vivir”, relata Horacio.
Frente a ese escenario, el Refugio Marino se proyecta no solo como una herramienta de conservación, sino como un espacio común que permita articular a la comunidad y sumar a otras organizaciones en torno a un objetivo colectivo.
“La inquietud está en el territorio, todos queremos esta forma de conservar”, dice Horacio Antillanca. “Ahora está el trabajo de nosotros como Asociación de familiarizar más esta idea de conservar y sumar más actores. La idea es seguir integrando a más gente que nos apoye, a otras instituciones, y sé que al menos en el territorio está siendo visto de buena forma la instalación de un Refugio Marino”.
Algo de eso se vio reflejado en la reciente firma del Convenio de Colaboración, en una ceremonia a la que, como una forma de comprometer su apoyo y generar alianzas con miras hacia el futuro, asistieron Claudio González Navarro, alcalde de la comuna de Corral; Rafael Hernández Vidal, director regional de Sernapesca; Nicolás Valdivia Cisternas, director zonal de la Subsecretaría de Pesca para las regiones de La Araucanía y de Los Ríos; Jorge Sánchez Slater, Seremi de Agricultura de la región de Los Ríos; Carlos Torres Silva, coordinador regional de INDESPA; el Teniente Primero Claudio Villalobos Briceño, Capitán de Puerto de Corral; y Cristián Maldonado, suboficial de la Tenencia de Corral
Horacio no esconde su satisfacción. Es consciente que se trata de un gran paso en toda esta historia, pero también tiene claro que todavía resta una larga navegación por delante.
“Sabemos que esto aquí no termina, sino que empieza otro proceso que seguramente va a requerir de mucha más energía. Pero yo estoy contento por el hecho de que hemos podido ponernos de acuerdo como organización y decir que esto es lo que queremos en el territorio, que esto es necesario para nosotros, y que es lo que queremos seguir trabajando”, sentencia Antillanca.
Como una iniciativa nacida desde las entrañas mismas del territorio, liderada por quienes han vivido por generaciones mirando el mar, entendiendo sus ciclos, aprendiendo de su abundancia y de sus silencios, la historia del Refugio Marino de Guadei se alza como un faro en una costa batida por el océano. En tiempos de incertidumbre ecológica, climática y social, una comunidad se atreve a construir desde lo colectivo, siguiendo el susurro del bosque y el canto de un mar al que, si se le da respiro, siempre encuentra la forma de volver a latir.
“Desde que conocimos la historia de los Refugios Marinos hemos querido tener un Refugio acá, es como un ícono para nosotros el seguir conservando nuestro entorno”.